Desde nuestro humilde sitio, este post está dedicado a aquel día.
Disfruten de U2 en la Puerta de Brandeburgo.
Blog dedicado a descrubir los secretos que se esconden en los rincones de los pueblos y ciudades que visitamos, así como de la extensa gastronomía y buena cocina que podemos disfrutar.
Bueno, nos toca centrarnos un poco en su capital administrativa, Auckland.
Auckland es una ciudad curiosa, como casi todas las ciudades de origen anglosajón no cuentan con casi historia (cien, doscientos años desde los primeros asentamientos de “colonos”, así que no busquéis el casco histórico…), extensísima (aunque por el centro te mueves andando sin problema) y bastante poblada para Nueva Zelanda, un millón de habitantes largos. En la visita de la ciudad no merece la pena invertir más de un día aunque, como hicimos nosotros, podéis echar un par de días más para conocer la isla norte, hay partes muy bonitas.
Lo más interesante de Auckland es pasear con tranquilidad por su city, pararse un ratito en sus tiendas en las que encuentras productos maoríes y mucho, mucho producto “derivado” de las ovejas (yo me compré unas botas muy chulas, forraditas, muy calientes), y, como no, entrar a la tienda de los All Blacks y llevar camisetas a tu familia, ¡el rugby y la mantequilla, orgullo nacional!. Curiosamente, al contrario de lo que “puede pasar” con sus vecinos australianos, los nueva zelandeses están muy orgullosos de los pobladores originarios de la isla, los maoríes, y se encuentran muy integrados socialmente, se conservan sus costumbres, incluso se mantienen los nombre originales. Tanto el Auckland Art Gallery Toi o Tamaki, cerquita de Albert Park, como Auckland Museum tienen exposiciones permanentes maoríes, sitios bonitos y curiosos.
Pero, sin duda alguna, lo que imprime carácter a Auckland es el mar, su puerto deportivo y todas las actividades que se hacen en torno a él. Desde el “tour-safari” en busca de ballenas y delfines más allá de su puerto (¡ánimo chicos, alguno conseguiréis ver alguna ballena!), hasta la escalada del Puente del Puerto (también podéis tiraros de él haciendo puenting, para los más atrevidos), pasando por una vista panorámica increíble de la ciudad y más allá subidos a su Auckland's Sky Tower (por supuesto, también desde aquí os podéis tirar, ya os decimos que a estos nueva zelandeses les van los subidones de adrenalina!), como algunos ejemplos considerables.
ia Orana! (o bienvenidos, vamos, lo mismico…)
De vuelta a las andanzas de nuestro viaje de novios, tenemos que reconocer que se nos encoje un poquito el corazón cada vez que nos acordamos de los sitios tan preciosos que visitamos y lo de felices que fuimos, ¡snif snif! Vale, sí, bonito pero ñoño, pero es la verdad…
Bueno, finalmente una tarde bastante húmeda abandonamos Hong Kong bastante tristes pero con expectación ante la idea de poner un pie en nuestras antípodas, en Nueva Zelanda (Aotearoa, la “gran nube blanca”, en Maorí). Sinceramente, el viaje fue uno de los más pesados que hicimos, no demasiado largo, unas 10 horas, pero tuvimos la inmensa mala suerte de que en nuestro vuelo fueran tres bebes, que consiguieron ponerse de acuerdo para llorar durante TODO el viaje, uno detrás de otro, de manera consecutiva…
Llegada a Auckland: sinceramente, a poco más nos da un patatús al bajar del avión, imaginad el cambio de pasar de Hong Kong (una sensación térmica de 40º) a Auckland, con su otoño bastante avanzado y unos 5-10 graditos.
El aeropuerto de Auckland, con sus dos únicas terminales (vuelos internacionales / vuelos locales) está un poco apartado de la ciudad, a unos 20 o 30 km. y es justo decir que muy mal comunicado a no ser por el servicio de taxis, esto sí, un servicio impecable, coches limpísimos y los taxistas todos ellos educadísimos e impecablemente vestidos, incluso con traje.
Y por fin llegamos a nuestro hotel, el Westin Auckland Lighter Quay, uno de los mejores hoteles de la capital, nuevito y muy bien organizado, en pleno puerto deportivo y, por lo tanto, uno de los sitios más chics de la ciudad, como todos los hoteles de nuestro viaje, muy recomendable y, ¡no os asusteis!, a precios asumibles
Tal y como dicen las guías turísticas, Auckland es lugar de paso obligado para todos los turistas que viajan a Nueva Zelanda y, a su vez, la gran desconocida de este país: no os diremos que merece la pena echar una semana aquí, pero hubiera sido una pena no haber parado en ella…