lunes, 11 de agosto de 2008

Un desvío hacia Vejer.



Cuando hablamos de descanso, hablamos de El Cobijo.
Cuando hablamos de comer, pensamos en Vejer y alrededores.
Cuando hablamos de sol y playa, hablamos del Palmar, Puntapaloma, Valdevaqueros,...
Cuando hablamos de veranito, hablamos de la Costa de la Luz.
Una vez se ha pasado Sevilla, dirección Cádiz por la autopista A4, a la altura de Jerez, recomendamos coger la autovía que os lleva a Medina Sidonia, ya que este blanco pueblo está a escásamente 20 km de Vejer de la Frontera.
La primera impresión que os llevaréis al acercaros a Vejer tiene pocas palabras para explicarla. Un pueblo, totalmente blanco, en lo alto de una colina, vigilante de toda la costa y alrededores. Este, es Vejer.
Para entrar, hay que subir la colina, una carretera estrecha serpenteada, con curvas a la izquierda, a la derecha. Y de repente, en la última: Vejer. A la hora de aparcar el coche hay que tener esa pizca de tranquilidad que te da el estar de vacaciones. Es complicado, y seguramente, siempre lo dejarás en cuesta. ¡¡¡subir y bajar, así es Vejer!!
Pero descubrirás que estás en un sitio distinto. No es lo típico de un lugar de veraneo, costero, playero. El estar a unos 12 km de la costa hace que el turismo esté menos masificado, sea más tranquilo, no hay los típicos bares-restaurantes para "guiris". En definitiva, es un sitio para descansar.



Sus calles, cuesta arriba. Sus paredes, blancas. Sus balcones, de forja. Sus patios, floridos y coloridos, sus terrazas, soleadas, sus plazas, con sus palmeras. Su gente, alegre. Su vida, relajada. Su playa, el Palmar. Así es Vejer.





Vejer es un sitio donde todo puede ocurrir. Incluso, cosas impensables, como ver a dos amigos regentando un restaurante. A simple vista, todo normal, pero lo bonito es ver como estos amigos, son uno palestino y otro judío. Esto, ocurre en Vejer.

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