viernes, 23 de septiembre de 2011

La Vieja Bodega, un placer sublime.



Hacemos un alto en el camino de nuestros viajes para coger un poco de fuerza, y qué mejor manera que hacerlo dándonos un buen homenaje : en este caso os queremos hablar de uno de los que consideramos de los mejores restaurantes de toda La Rioja (y de parte del extranejero, como diría aquel).
El restaurante de La Vieja Bodega, situado en Casalarreina (muy cerquita de Haro y Ezcaray), lleva siendo uno de nuestros habituales desde hace muchos, muchos años y es, sin duda, un restaurante de reconocido prestigio. Tanto el reformado local (en el año 2001 fue destruido por un incendio, pero ha sido un renacimiento glorioso el que han tenido…) como la plantilla de camareros, sumillers, etc, te envuelven y hacen que disfrutes desde el primer momento que pones un pie dentro.
Y comer… qué podemos contaros de la comida sin que se nos haga la boca agua… Es una delicia: todos, repetimos, todos su platos son exquisiteces, una mezcla de sabores perfectamente maridados, un placer más que absoluto para todos los sentidos. Además, estos chicos son de los que se lo curran y nos sorprenden con bastantes novedades cada cierto tiempo, aunque hay platos fijos que ya son auténticos emblemas de la casa. A ver, os podemos hablar de la ensalada Vieja Bodega (lecherillas, piñones y pasas), los caprichos de Toloño (unos hojaldritos rellenos de verduras y gambas), con los asados se salen, las láminas de presa ibérica con arroz ahumado de setas están para morirse, y ya no sabemos ni qué deciros de las manitas de cerdo o del cochinillo confitado, no existen palabras… Y los postres, os hablaremos de ellos antes de que nuestros jugos gástricos nos hagan reventar: por ejemplo, la tartita de manzana caliente, la infusión de frutos rojos, la tartaleta de chocolate (ésta conviene pedirla con antelación porque tarda un poco), la sopa de chocoblanco…
¡Basta, por favor, para nosotros es un suplicio hablar de este restaurante tan maravilloso sin que nuestro estómago proteste bárbaramente, así que lo único que os podemos decir es que La Vieja Bodegadejará huella en la experiencia gastronómica de vuestras vidas! ¡Corred, insensatos… y comed en ella!



jueves, 15 de septiembre de 2011

CAPÍTULO QUINTO. La reserva termal de Te Puia.

De vuelta con nuestra excusión en nuestro superautobús de lujo con los chicos de City Discovery dejamos atrás a las pobre ovejitas nuevazelandesas y pusimos rumbo a la reserva termal de Te Puia, un lugar precioso.



Te Puia no se trata de un lugar turístico sin más, es un lugar sagrado para los maoríes que también alberga un instituto de investigación y promoción de la cultura maorí. Este lugar tan especial sirve al visitante para recibir una explicación de primera mano y conocer algo más de esta cultura ancestral (según nos explicaron, algunas teorías sostiene que los orígenes del pueblo maorí se encuentran en el pueblo español, ala…), que mezcla lo divino y lo mortal en ese gesto tan guerrero y agresivo que ofrecen al visitante como muestra de respeto y bienvenida. Así que, sí, tuvimos la suerte de presenciar algunos de los típicos bailes maoríes, tipo los que hacen los All Blacks al empezar sus partidos y que acojonan un poquito, con perdón… Pero lo cierto es que esta visita nos gustó mucho, tanto que ¡al final picamos y compramos un montón de máscaras y objetos maoríes para la familia, es que son muy bonitos…!
También os diremos que en la reserva termal podréis además admirar tremendos geysers (sin acercarse demasiado, eso sí), y puede que alguno por allí pueda “oler a George Bush” (es que olía mucho a azufre, digo…), sin olvidarnos del pajarito kiwi, que de vez en cuando regala su preciada presencia a los curiosos visitantes.

Pues hasta aquí llegamos con nuestras propuestas contrastadas y muy recomendables para la isla norte de Nueva Zelanda. Sabemos que nos quedaron un montón de ellas por hacer, pero esas las dejamos para próximas ocasiones, y es que nos fuimos de aquel país sabiendo que algún día volveríamos… ¡Kia Ora, Aotearoa!





domingo, 4 de septiembre de 2011

NUEVA ZELANDA. ISLA NORTE. DE EXCURSIÓN POR WAITAKO Y ROTORUA. Capítulo cuarto.


Como la primera recomendación de Roberto nos salió tan bien y acabamos tan contentos (o tan contentillos, según se mire…) decidimos hacerle caso en otra propuesta que el buen hombre nos formuló para otra excursioncilla de un día, aunque ésta está más cargada de contenido, a decir verdad.

(tren a vapor que aún se mueve por New Zealand).

Veamos, esta excursión está organizada por otra compañía que ofrece varias alternativas por la zona, se trata de City Discovery, y dentro de su oferta, nosotros nos decantamos por la que suponía… ¡conocer a los maoríes! Así que de nuevo nos pusimos en marcha, y, otra vez en la zona de Devoport, cogimos un macro autobús con asientos tremendos de cuero, casquitos para seguir la explicación de la excursión en castellano, y una azafata que nos cebaba continuamente, y comenzamos esta excursión por los interiores de la isla norte.


La primera de sus paradas comprende las famosas cuevas de Waitomo (en la región de Waikato), dentro de las cuales se visita la Cuevas de Glowworn o Cueva de las Luciérnagas, según se quiera. Claro, este peculiar nombre lo recibe por algo, y es que la parte final del recorrido que se hace por las cuevas es en un barquito por un río subterráneo, todo a oscuras, con las cabezas muy agachadas… contemplando miles de gusanitos luminosos en sus techos, ¡algo muy bonito!. En la parte primera de esta visita también se hace un pequeño recorrido por parte otras partes de estas cuevas, ésta a pie, entre ellas una gran sala de estalactitas y estalagmitas que, según nos contaron, tiene una acústica perfecta y en ella se suelen celebrar conciertos y bodas, muy curioso.

(la foto está sacada de la web de la cueva, ya que dentro está prohido sacar fotos para no matar a los bichillos).

Aunque para curioso, al menos para nosotros, fue la segunda parada de esta excursión: una granja nuevazelandesa, para ser exactos, visitamos el Agrodome Farm Tour, una experiencia única... Y es que ya os habíamos advertido que un país con 4 millones de habitantes y 10 millones de ovejas tiene, entre otros, a la mantequilla como orgullo nacional. Bueno, esta parada nos resultó bastante pintoresca como os decíamos, pero bueno, echamos un ratillo simpático. Así que entre alguna que otra avestruz, alguna alpaca y algún que otro bisonte, pudimos ver como el campeón neozelandes del año anterior en esto de esquilar ovejas nos esquilaba una en vivo y en directo ¡en menos que canta un gallo! Ayyy, estos neozelandeses…




Pues nada, como habéis comprobado que esta excursión nos dio mucho de sí, dejamos la tercera parada de esta excursión para un nuevo post, ¿os hace?

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